La violencia contra las mujeres es una
epidemia. Una de cada tres mujeres en América Latina y el Caribe es víctima de
violencia física o sexual por parte de su pareja (OMS, 2013), y cuatro de cada
10 asesinatos a mujeres en la región son ocasionados por su pareja o un familiar
(UNODC, 2013). Es común hablar del tema en foros especializados, y entre “los
mismos de siempre”: sobrevivientes y familiares, quienes trabajan en prevención
y atención, y quienes sienten empatía y se solidarizan.
Sin embargo, ¿cómo atraer la atención de grupos más amplios y hacer de la
violencia contra las mujeres un tema visible y prioritario para la
población en general?
En lo que va del año han surgido campañas, que por su originalidad, e incluso
crudeza y honestidad, han ganado amplio reconocimiento en el competido mundo de
las redes sociales.
En Estados Unidos, durante el Super Bowl, un comercial
de NoMore.org muestra imágenes de una casa y la voz de una mujer que llama
al 911 para pedir auxilio pretendiendo pedir una pizza. El policía termina por
entender el llamado enmascarado de socorro. Una semana más tarde, durante los
Grammy´s, el Presidente Obama envió un mensaje contundente para
detener la violencia contra las mujeres, seguido del testimonio de Brooke
Axtell, sobreviviente y activista, y de la interpretación de Katty Perry, en
el marco de la campaña “It’s on Us”
promovida por la Casa Blanca para prevenir el abuso sexual.
Como respuesta al brutal asesinato de la joven estudiante de 20 años Ozgecan
Asian, quien se resistió a un intento de violación en Turquía, miles de hombres
se unieron a marchas de mujeres, vestidos de minifaldas.
Las fotos se volvieron virales, contribuyendo a atraer la atención y alimentar
el diálogo sobre la violencia contra las mujeres en el país.
Aprovechando la polémica sobre el color del vestido de
rayas, que inundó las redes sociales por varios días, Salvation Army ideó una campaña
para llamar la atención sobre la violencia contra las mujeres en Sudáfrica. En
ella, aparece una mujer con un vestido de rayas blancas y doradas y se lee la
frase con doble sentido: “¿Por qué es tan difícil ver el negro y el azul? la
única ilusión es pensar que fue su elección… hay que parar el abuso contra las
mujeres”.
Los creativos la agencia WCRS para Women´s Aid en Londres montaron una
valla
publicitaria en donde aparece una mujer golpeada. Unos sensores de
reconocimiento facial captan la mirada de los transeúntes y entre más personas
miran a la mujer, más rápidamente desaparecen sus golpes.
Estas campañas muestran que la violencia contra las mujeres es inaceptable e
injustificable. Además de dirigirse a víctimas y agresores, los mensajes van
también al público en general, que no puede seguir siendo indiferente a un tema
que es asunto de todos.
Pero, ¿por qué es un asunto de todos?
Por un lado, la violencia que se produce en el hogar no sólo afecta a las
mujeres bajo la forma de agresiones físicas, sexuales, emocionales y económicas
(que ya de por sí es razón suficiente para convertirla en un asunto de interés
general) sino a toda la familia. Los niños y niñas testigos de violencia en sus
hogares presentan bajo desempeño escolar y alto riesgo de consumo de drogas y
alcohol en la adolescencia así como poca estabilidad y bajo desempeño laboral en
la adultez. También tienen mayores probabilidades de convertirse en agresores y
víctimas en sus propios hogares al crecer. Es así como la violencia contra las
mujeres es un factor predictor de violencia futura en el hogar, lo que a su vez
contribuye a perpetuar el ciclo de la violencia en la sociedad.
Por otro lado, la violencia contra las mujeres se presenta también en
espacios públicos (bus, metro, plazas y parques, calles, lugares de trabajo,
estudio y recreación) y bajo diversas formas como el acoso y la agresión sexual
y física, por nombrar algunas. Puede incluso llegar a manifestarse al momento de
presentar denuncias ante las autoridades de policía y justicia, donde muchas
mujeres son revictimizadas.
Vivir con miedo constante de ser víctimas impide el acceso a derechos y
oportunidades en el ámbito privado y público y es una barrera para el desarrollo
de la mitad de la población mundial. Adicionalmente, la violencia contra las
mujeres genera costos que se calculan entre el 1.6 por ciento y 3.7 por ciento
del PIB (BM, 2014), lo cual en algunos países corresponde a la inversión en
áreas como educación.
Si bien estas campañas avanzan en llamar la atención sobre la ocurrencia de
la violencia contra las mujeres, sería interesante que una generación posterior
de campañas lograra desencadenar reflexiones que pasen de “la violencia existe,
debe parar y hay que denunciar y/o ayudar a las víctimas” a “¿por qué está
ocurriendo la violencia contra las mujeres y qué podemos hacer para reducirla
y/o evitarla?”. Porque definitivamente la violencia contra las mujeres es
una epidemia…y como tal, se puede prevenir.
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